Aquellos dos que fueron extraños por tres horas y amantes apasionados por la madrugada, no habían vuelto a saber nada el uno del otro. Seis meses se agregaron a la cuenta y Manuel no lograba encontrar paz. Claro que sus habilidades de galantería y su buena reputación hacían que el trabajo de encontrar una aventura no le fuera nada difícil, pero aún así no lograba encontrar satisfacción. Hacía falta algo. Sus amantes recientes tan solo lograban emitir resoplidos vacíos; todo el proceso elaborado del cortejo se iba al carajo con veinte minutos de placer banal.
Y sucedió que gracias a las desventuras que les tenía preparado el destino, cruzaron miradas en la calle. No dijeron palabra alguna, sus rostros eran inexpresivos. Ambos creyeron estar delirando, pero entre ellos existía una sensación tan real y corpórea, una llamarada que brotaba desde sus entrañas, algo que les hacía acercarse más y más.
Y vaya si el destino no es caótico, siguieron caminando de largo.
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A veces lo más acertado es poner los pies sobre la tierra y dejar de fantasear... lo mejor puede ser pasar de largo; aunque nunca se sabe (te lo dice una persona que usualmente vive con miedo a todo, jaja, asi que no tomes muy en cuenta mi opinión)
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Aunque si creo, mi amigo, perdiste el punto de vista femenino. El hombre y la mujer ven el sexo de una manera muy distina; o talvez me equivoco...
Me gustó... felicidades Aquino!