domingo, 20 de febrero de 2011

Existencial





La existencia viene en ráfagas dispersas y efímeras, como las chispas de un encendedor sin gas. La existencia del ser reside en la consciencia y la memoria del individuo, y se hunde en el ocaso de la nada al entrar en la automatización cotidiana. Son pulsos vitales, son situaciones concretas en las que más que energía vital, se emana voluntad vital, cuando se está seguro de la existencia propia. La masa corpórea está allí, camina, respira y come, pero el ser, la esencia del ser pareciera morir y resucitar infinitas veces, en espacios atemporales y que trascienden la consciencia ordinaria, puesto que al cuestionarse se adquiere consciencia del propio ser, y se es. Por lo tanto se existe.

Son tan sólo chispazos de vitalidad, que parecen no encontrar suficiente gas como para poder trascender y formar una llama

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viernes, 11 de febrero de 2011

Antropología, la Ciencia del Hombre

*A continuación se presenta un trabajo escrito (de mi autoria) para el curso introductorio de Antropologia.*
Quinto semestre de Sociología 
Escuela de Ciencia Política. 
Universidad de San Carlos, Guatemala






En cuanto al tema sobre el concepto de la antropología, enfocado directamente sobre el discurso de Mead, se podría decir que es considerada por la autora como la ciencia encargada del futuro de la humanidad, a través de la comprensión de los diversos productos culturales ‘creados por criaturas biológicas llamadas hombres’[1]. Es imprescindible, para la autora, el conservar las expresiones y productos culturales para poder describirles y analizarles de forma científica y objetiva utilizando las diversas herramientas y dispositivos tecnológicos que puedan estar a disposición de la comunidad científica. Tan sólo de ésta forma se podría asegurar cualquier otra rama especializada en otros tipos de conocimiento científico podría utilizar alguna parte de la información recabada en su propio campo. Es ésta la forma de ver la antropología como una ciencia del hombre, teniendo al hombre como un ser biológico que aparte de sus características fisiológicas posee también la capacidad de tener creaciones culturales, con todo lo que lleva implícito el concepto cultura. Y entonces se podría decir (según mi comprensión e interpretación de ésta escuela) que la antropología es una ciencia que se encarga de unir dos planos de conciencia apartados que conviven en un mismo plano existencial; el utilizar símbolos culturales para poder explicar de una forma objetiva real a ese hombre biológico/cultural.

            Por otro lado, tenemos otro discurso, siempre dentro del campo antropológico, que plantea una idea que lleva por nombre ‘la ciencia humana’. Según Lévi-Strauss, con obvia similitud a Mead en cuanto a una descripción burda y casi innecesaria de la antropología, ésta ciencia se dedica al estudio del hombre y sus creaciones culturales. Pero la forma en que se enfoca es un tanto distinta, en cuanto a que, para él todo está dividido en estructuras binarias o antagónicas con vinculación lógica. Pero ésta vinculación entre las estructuras y las creaciones culturales no son producto de una invención humana. Dicho de otra forma, el motor que impulsa al humano mismo no es la voluntad o creatividad del individuo, sino que es algo predeterminado por la composición genética de su cerebro. Esto intenta derribar la concepción del humano como evolución de una bestia natural a una bestia cultural, puesto que el lenguaje, las herramientas y las formas de interacción (lo que conocemos como cultura) están programados biológicamente para optimizar la adaptabilidad y la supervivencia de la especie. Entonces en éste caso, el término ‘ciencia humana’ se aplica a la lectura que nos explica que la antropología como ciencia es un producto cultural (o herramienta inherente) que se ve atrapada en un loopback en cuanto a que se origina del hombre hacia el hombre, existiendo (a diferencia de la explicación anterior) dos planos existenciales y un único plano de conciencia, que corresponde al humano. Desde mi opinión podría decir que es una herramienta del hombre, para estudiar al hombre, que peligra constantemente de caer en perspectivismos, etnocentrismos y todo aquello que conforma la tan-humana-subjetividad.


  
Teniendo en cuenta las dos formas de ver a la humanidad y a su creación/herramienta, se puede derivar también el foco de la lente hacia un tema de amplia discusión en los primeros encuentros con la antropología: el dilema de cultura vs raza. Pues, independientemente si se crea que la cultura es creación o herramienta, se tiene en claro que ante todo es la forma de vida humana. Y entonces viene la pregunta inaugural al tema que es ¿La raza determina la cultura y viceversa? Antes que todo se tiene que tomar en cuenta si no el significado, más bien la idea que rodea al concepto de raza. Se entiende por raza a las características fisionómicas que diferencian a un grupo de personas de otro. Nos encontramos aquí ante dos clasificaciones de grupos de personas, pero hay que tomar en cuenta que el concepto de raza viene de una corriente ideológica etnocentrista de la Europa colonial. Para poder ejercer y justificar (aparte de legitimar) el dominio europeo a través de sus colonias en todo el mundo, se necesitaba de una razón ‘que saltase a la vista’ (literalmente) y ¿qué otra mejor que las diferencias en pigmento y fisionomía? Y se insiste en cuanto a la raza como instrumento ideológico de dominación debido a que al someterse a prueba ciertos preceptos y prejuicios raciales (los negros son buenos para el basket) la teoría y división de razas dentro de la humanidad queda anulada. Este es uno de los dilemas superficiales que persiste debido a que en la mayor parte de la población mundial aún se encuentra bajo la influencia de este aparato pigmentocrático.

¿A que va todo esto?

A derribar prejuicios y abrir mentes ante la inevitable pregunta sobre la dicotomía de la metodología en las ciencias sociales. Tenemos de un lado la Descripción-Análisis y del otro la Experimentación. Todo esto parte de la idea divisoria modernista dentro del mismo método cartesiano y las querellas entre racionalistas y empiristas. Reduciendo los términos anteriores, tenemos entonces razón vs percepción. En cuanto al espectro metodológico, personalmente, no me atrevería a tomar un único partido, puesto que estar de un solo lado expresaría un ánimo miope y en contra de la búsqueda de la mejor de todas las objetividades, puesto que ambas pueden utilizarse en un método de forma conjunta para poder presentar resultados o propuestas. Éstas a su vez podrían someterse a su mismo método; someterse a verificación y adecuación con las  condiciones políticas, económicas y sociales presentes en el caso, para así poder continuar en una espiral dialéctica (he allí el porqué de la mejor de todas las objetividades). Viene entonces una segunda pregunta: ¿Es ético el experimentar en las ciencias sociales? Dado el carácter altamente subjetivo y cambiante de la ética y ante todo de la moral (no son lo mismo, pero están lógicamente vinculadas) no cabe otra respuesta que está totalmente justificada ante la presentación de resultados verificables y legitimada por la naturaleza del método, siempre y cuando se mantengan presentes los valores que le otorga la sociedad a determinadas acciones que influyan o sean utilizadas en la experimentación con los sujetos.


[1]: Antropología, la Ciencia del Hombre
BIBLIOGRAFÍA ADICIONAL: Lévi-Strauss: el último moderno y el primer postmoderno por Ángel B. Espina Barrio. ‘EL GENIO MALIGNO’ – Revista de Humanidades y Ciencias Sociales; ISSN: 1988-3927, marzo 2009