sábado, 30 de octubre de 2010

Mi amante ciencia

    


     Pues personalmente, valoro aún más el sincero "pues yo supongo que..." a un cómodo y muchas veces hipócrita "Es que así está escrito!". A que va esto? A la felicidad que se puede encontrar en la ciencia. La ciencia es de las amantes la más fiera y apasionada, y como tal puede tan solo estar con aquellos que van cabalgando con la lanza al hombro. La ciencia es un espíritu sublime y emancipador, tan fresco como el rocío de las mañanas en la montaña, con el ímpetu de un alud en pleno invierno.

     Cuando el espíritu de el cientista vuela de la mano de la razón y logran ambos traspasar las puertas de la percepción, es cuando la ciencia adquiere su forma verdadera; mujer de decidida y aventurera. ¿Qué sucede con el dogma y con la repetitividad del pensamiento? Forjan entonces un espíritu sombrío, penitente y lleno de voluntades suicidas. ¿De qué sirve estar del lado de los "buenos, justos y piadosos" del conocimiento? Al traspasar las puertas de la percepción he descubierto algo muy valioso para mi ciencia y espíritu: el amor a la ciencia logra derribar las barreras del bien, el mal, y uno que otro penitente queriéndose hacer pasar por redentor.


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